Ralph Henry Baer, cuyo auténtico nombre era Rudolf Heinrich Baer, falleció el pasado sábado en Manchester a la edad de 92 años. A poca gente le sonará su nombre, pero es posible que sin su aportación ahora mismo estuviéramos jugando al yo-yo en lugar de esperar un nuevo Silent Hill. Este señor ideó la Magnavox Odyssey que se puso a la venta en 1972, y que es famosa por ser la primera consola de videojuegos fabricada nunca. Resulta si cabe más sorprendente saber que el invento existía 6 años antes, pues la fabricó en 1966 bajo el nombre de Brown Box, y antes de que Magnavox se interesara por ella en 1971 varios fabricantes de televisores habían rechazado el producto.
La bajada de precios que los televisores sufrieron en la década de los 60 en EEUU hizo pensar a Baer en nuevas aplicaciones para dichos aparatos ahora que un mayor número de ciudadanos podían costearlo. ¿Y qué mejor que diseñar un aparato capaz de permitir que el espectador dejara de ser un ente pasivo para pasar a influir activamente en lo que pasaba en la pantalla? ¡Un aparato de juegos! La Magnavox Odyssey tuvo un catálogo de solo 28 juegos, a cuál más sencillo que el anterior, pero fueron tan influyentes que muchas personas consideran el Pong de Atari un plagio del Tennis Table de la Magnavox Odyssey. ¡No en vano, Magnavox ganó un litigio judicial a Atari por plagio en relación a este juego!
Por si esto fuera poco, Baer también diseñó una pistola de luz para su consola (¡el primer periférico existente para consolas!) y el Simon, ese juego electrónico que consiste en repetir una secuencia de colores y sonidos cada vez más compleja. A su nombre quedan más de 150 patentes distintas entre las que se encuentran algunas tarjetas de felicitación musicales.
Cuando uno se interesa por la biografía de Baer se sorprende al descubrir que estuvo a punto de no vivir lo suficiente como para desarrollar sus inventos. Para empezar, era alemán de nacimiento, y judío, lo que le obligó a huir de su país para salvar el pellejo. Después participó en la Segunda Guerra Mundial, de donde también salió ileso. Por otro lado, cuando diseñó el prototipo de la Brown Box trabajaba para Sanders Associates, una contrata de defensa del gobierno de EEUU (lo que explica que otra de sus patentes sea un sistema localizador de submarinos), así que podríamos decir que la primera consola salió de una empresa dedicada a fabricar elementos electrónicos para los equipos del ejército. ¡Mejor que no se enteren los que critican la violencia de los videojuegos!
Visto en perspectiva uno corre el riesgo de minimizar un avance como el que Bauer llevó a cabo, pero si lo pensamos un poco, debió resultar sorprendente tanto por el hecho de permitir interactuar con la televisión como porque se trataba de una cajita marrón diminuta en un momento en el que los ordenadores ocupaban habitaciones enteras y por supuesto tenían precios prohibitivos para el mortal de a pie.
Valga esta entrada como recuerdo a Ralph H. Baer, aunque la mejor forma de homenajearle será sin duda echar unas partidas a la Odyssey. ¿A que apetece?
Gran homenaje a esta hombre, figura indispensable dentro del mundo del videojuego, Descanse en paz.
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