- ¿Vemos una peli cariño? – Le dije a Mari mientras preparaba la cena y la comida para mañana en la oficina.
- Pero mañana es lunes y tienes que madrugar, Paco. Además… Podríamos acostarnos prontito y… Bueno, ya sabes…. – Me dice mientras se toca ese maravilloso rizo que le sale desde la nuca y le cae sobre los hombros. Mmmm, parece un buen plan.
- Ouuuu yeahhh, pero…. ¡Oh, mierda! Se me había olvidado, prometí a mi jefe entregarle mañana a primera hora el informe para la propuesta de venta con el nuevo cliente. Pero ya está casi terminado. Mira, déjame que enciendo el ordenador, yo creo que en 20 minutos ya estoy, es retocarlo un poco y listo. Y soy tooooodo tuyoooooo.
- Genial. Pues te espero en la cama - me besa en la mejilla y me roza el brazo con su rizo juguetón – No tardes.
Vale Paco, a ver, céntrate que la Mari y su rizo te están esperando y mañana madrugas, así que no te columpies, céntrate. Y encendí el ordenador….
Miro el reloj: las 23:34h. Veinte minutos, ¿eh Paco? Va, es abrir el Word y meter un par de fotos, unos títulos en negrita y dejarlo resultón. Parece que tarda en encender. Debería ducharme. ¿Guardé el tupper de la comida de mañana en la nevera? Voy a la cocina: muy bien Paco, te lo dejaste fuera. Lo meto en la nevera. Ya se habrá encendido el ordenador, ¿verdad?... Pero, ¿qué pasa?
Mierda… miro el reloj: 23:56. Y tan solo llevo el 75%. Pero ¿por qué no me he puesto a hacer esto antes? Todo a última hora Paco, de verdad.
- ¿Cariño?
- Mari, sí, perdona amor, que el ordenador está tardando en encender, voy en seguida, no te duermas, ¿eh?
- Ooook.
¿Qué hago mientras? ¿Me ducho? Venga, así aprovecho el tiempo, porque hasta que este trasto no encienda no puedo hacer nada. Las 00:21.
Vuelvo recién duchado, ¡qué calor hace! Bien, el 97%, ¡ya casi está!
- ¿Mariiii? Sigues despierta??
- ¡Sí, pero me está entrando sueño cari!
- Ya estoy cielo, ya casi estoy.
- Valeeeee...
Las 00:32... Por fin encendió este maldito trasto. Login, contraseña... ¡Venga, busca el Word!
Es que mira que es lento... ¿A qué hora me levanto mañana? A las 6:30. Pongo el despertador. Pffff, otro lunes que voy zombi a la oficina. Abro la ventana y hace un calor infernal. Se abre el Word. Empiezo a escribir los títulos…
- ¿Mari?? ¿Estás despierta cariño???
- …..
Muy bien Paco, se ha dormido, y tú madrugas. Date vida macho.
Mensajes de “Preparación"… Pero, ¿qué prepara?… ¡¡¡Siempre está preparando algo!!!
Otra vez a esperar, voy a fregar los cacharros de la cena. Me paso por la habitación, Mari duerme, le doy un beso en la frente. Y vuelvo al ataque. La 1:13.
Mi jefe me mata, ya me ha dado dos toques de atención:
- Paco, esta vez lo quiero el lunes a primera hora, en serio, este cliente es importante.
- Sí Eugenio, no te fallaré, si ya casi lo tengo, lo hago en casa este finde. Prometido.
Mientras espero, me corto las uñas. Miro de reojo, me parece ver algo raro, un destello parpadeante, me quedo mirando fijamente la cámara sobre la pantalla. Juraría que alguien me mira…
- Paco se te va la olla.
Me muero de calor, enciendo el ventilador. Miro varias veces la pantalla y tras 32 minutos aparece la pantalla principal. ¡Bien! Voy al Word, ahí está esperándome. Inserto una imagen. Retoco el margen derecho y….
¿Instalando más actualizaciones? Espere doscientos siglos mientras le instalo un millón de mierdas que no va a usar y le bloqueo mientras tanto su equipo haciendo que vaya lento y a trompicones. ¿Esto va en serio? No me lo puedo creer, y no me cabe duda de que la cámara me mira fijamente… Me cuesta respirar, el aire es asfixiante y me armo de paciencia. Es la 1:56. ¿Puse el despertador? Lo compruebo y vuelvo al trabajo.
Con este error no sé si llamar al servicio técnico o avisar a un traductor de hebreo antiguo, la verdad no lo sé. Noto que me tiembla el párpado del ojo derecho, me lo sujeto con la mano y doy un bote en la silla. ¡Ha parpadeado! ¡La cámara! ¡Es un ojo! ¡Me mira! Camino hacia atrás, todavía sentado en la silla, impulsándome con las ruedas, y me quedo contra la pared, observando en silencio ese punto que me observa. Me noto el corazón palpitando, no paro de sudar, me quedo ahí un rato sentado contra la pared, con la mente en blanco, en shock. No puede ser Paco, es una cámara, un ordenador, no puede haber nadie ahí mirándote. Las 2:21. Por mis cojones que mañana Eugenio tiene su informe en la mesa, por mis cojones...
Clic, clic… no va, ¿qué le pasa al ratón? Tiro del cable, me agacho debajo de la mesa, me pongo de rodillas tirando del cable hasta llegar debajo del escritorio. Madre mía la de mierda que hay aquí,¿tengo que meter la mano ahí? ¡Pero si parece un nido de ratas! ¿Cuánto hace que no limpio esto? Algo se mueve entre el nido de ratas. Aprieto el conector corriendo, acojonado, y de las prisas por salir del nido infernal me golpeo la cabeza con el escritorio. Me quedo un rato tumbado en el suelo, en un charco de sudor. Las 2:52.
¿Cuánto tiempo he estado en el suelo? Me incorporo, tiene pinta de que hoy no duermo. Continuo con mi informe ahora que parece que el ordenador funciona. ¡Venga Paco, igual duermes al menos 3 horitas! Pasaron 10 minutos y…
¡¡¡Nooooo!!! ¿Dónde está la opción de “Recordar más tarde”? ¡¡¡Más tarde!!! ¡Necesito que me des la oportunidad de recordármelo más tarde! ¡Oh, ser infernal que habitas dentro de mi ordenador, ten piedad de mí! Busco el ratón, y parece que vuelve a responder. Miro mi mano y tiro el ratón contra el suelo. ¿Una rata? Me ha parecido ver una rata, ¡en mi mano! Te estás volviendo loco Paco... Joder, tapa esa cámara. Me levanto y me pongo a buscar algo para tapar ese ojo observador que me juzga y hace guiños esporádicos.
No sé dónde guarda Mari el esparadrapo, o las tiritas, algo que se pegue ahí por Dios... me mira tan fíjamente... Abro todos los cajones de la casa buscando el botiquín (luego lo coloco… pienso). Si despierto a Mari a estas horas para preguntarle por el esparadrapo igual me mata. A ver qué otras opciones hay... Encuentro un chicle rebuscando en el bolso de Mari, lo mastico y lo pego en la cámara.
– ¡Jódete, maldito voyeur de los cojones! - grito triunfante. Me da un tic en el ojo y son las 4:05.
Me queda muy poco. Eugenio va a estar orgulloso de mí. Inserto una imagen y...
Aprieto el ratón, rezando para que no se vuelva a convertir
en rata, me tiembla el ojo, me palpita el pecho, sudo, sudo mucho. Las 4:47. Creo que por cálculo de probabilidades no pueden saltar más
errores/actualizaciones/putadas. Voy a seguir...
¿En inglés? Las 5 de la mañana, ¿y te diriges a mí en inglés? Máquina infernal, ¿quieres pelea?. Me duele el brazo izquierdo y estoy un poco mareado, así que voy a la cocina y bebo agua. Mañana no va a haber quien me levante, eso si me acuesto. Oigo un ruido, ¿será el ventilador del ordenador? Si es que se tendría que estar quemando de la mala ostia que tiene, si es que no me extraña. Parece una especie de silbidito, un susurro o una risita contenida. Me acerco al despacho lentamente, por el pasillo, tratando de escuchar, de descifrar lo que dice.
Pero vamos a ver Paco, ¿lo que dice quién? ¿Te está petando la cabeza o qué? Estás conspiranoico. Me asomo por la puerta y miro al nido de ratas que antes era mi ordenador. Varios puntos de colores me miran: unos parpadean, otros se quedan fijos, y los restantes me juzgan.
No sé si acercarme, pero antes compruebo que el chicle sigue en su lugar. Me palpita el corazón, el calor es abrasador, el ventilador susurra entre gemiditos y risitas, se ríe de mí. Las 5:41.
Creo que me rindo, lo voy a dejar por hoy. Mira, cierro todo y ya me invento algo que decirle a Eugenio, no sé, cualquier cosa. Necesito aunque sea estirarme un rato en la cama y relajarme porque me palpita el ojo desde hace un buen rato, y ahora también hay una vena a la altura de la sien que me está matando. Qué dolor de cabeza macho, será el calor.
Susurros…
Risitas…
Apaga Paco, que le den por culo, ningún trabajo merece tu salud mental. A la mierda. Clico “Inicio” y…
Las risitas se convierten en carcajadas. Oigo truenos en mi cabeza, tengo escalofríos, me tiembla el ojo, la sien, la mano, el pecho, y tengo un tic en la pierna. La rata se mueve bajo mi mano, doy un salto hacia atrás, la silla sale despedida hacia la pared y con ella un par de cables procedentes del nido de ratas, que chillan y ríen, ¡se ríen de mí!
Cojo la pantalla, esa que me mira con sus puntitos de colores y lucecitas, me observa, me juzga, se ríe. La estampo contra el escritorio, el nido de ratas se descontrola y me parece sentirlas corretear por mis pies. Joder, qué asco. Tiro la pantalla por la ventana, con el chicle pegado, claro, y a la rata, y todo el nido.
Me quedo mirando por la ventana: está amaneciendo. Los ruiditos y susurros se oyen un poco más lejos, me deslizo hacia el suelo y me quedo observándolo. Una pelusa se mueve en círculos delante del ventilador, que susurra y se ríe. Suena el despertador… Las 6:30.