lunes, 18 de enero de 2021

Los Ordenadores En El Espacio

 

Desde que éramos pequeños hemos pensado siempre en el futuro, en el "año 2000" y en esos mundos cibernéticos de naves espaciales y estaciones orbitales de lo más pintorescas y variadas. El mundo del cine, los videojuegos y la literatura nos ha mostrado un entorno de tecnología infinita donde el límite lo ponía únicamente la imaginación. A la vez, la realidad ha seguido un camino paralelo de avances científicos en todos los campos de la investigación, desde la tecnología de consumo hasta la medicina, pasando por todas las disciplinas tecnicas imaginables, incluyendo, cómo no, nuestra amada informática.

Aquí es donde nos encontramos, amigos y amigas: en un contubernio de lo más curioso. La NASA, junto con tantas otras agencias espaciales internacionales, ha desarrollado una carrera a lo largo de los últimos 60 años que nos ha dejado logros maravillosos que nos siguen haciendo soñar con que alcanzar esa última frontera no es una quimera para el común de los mortales, sino algo cercano y tangible. Para ello se han rodeado de un marketing muy elaborado donde cualquiera de esos logros nos hace presuponer que la tecnología detrás de los mismos es algo fuera de órbita en comparación con las máquinas que manejamos nosotros en nuestro día a día. Es aquí donde fallamos estrepitósamente en nuestra presunción, puesto que la realidad, nos guste o no, es mucho más prosaica.

Recuerdo una conversación allá por mi época de estudiante "egebero" donde expuse lo increíble que sería poder tener en casa un ordenador como el que llevó el Apollo XI o el transbordador espacial. Mi idea era que aquellos bicharracos tecnológicos debían ser auténticas virguerías informáticas lejos de nuestros trastos caseros de entonces. Error. Aunque es cierto que los avances en un primer momento fueron realmente rompedores y abrieron paso a una industria brutal sin la cual no podríamos vivir hoy día, se tardó muy poco en dejar obsoletos muchos de los ordenadores de la era espacial, separándose cada vez más las líneas evolutivas de la tecnología de consumo de la tecnología aplicada.

La informática aeroespacial no necesita hoy día ser demasiado rompedora o estar a la última. Lo que necesita es fiabilidad y seguridad, y eso se consigue con años y años de testeo de productos en ámbitos mucho ménos arriesgados. No es lo mismo que se nos "tueste" el portátil mientras escribimos el informe al jefe que lo haga el ordenador de la ISS mientras orbita la tierra. Además, dichos ordenadores muchas veces soportan temperaturas extremas y entornos altamente radioactivos. Por ejemplo, la actual nave Juno, orbitando Jupiter, recibe dosis tremendas de radioactividad que emanan del gigante gaseoso y que freirían en unos segundos cualquiera de nuestros dispositivos aquí en la tierra, por muy modernos que sean. La seguridad a su vez se consigue, entre otros factores, a través de la redundancia de equipos informáticos, de modo que ante el fallo del equipo principal, un segundo toma el mando evitando la caída de los sistemas vitales para las tripulaciones.

El ejemplo más claro de todo esto lo encontramos en el ordenador de a bordo de las misiones Apollo de la Nasa en los años 60. El famoso AGC (Apollo Guidance Computer) era el cerebro de la bestia de aquella lata de conservas no más grande que un par de cabinas de teléfono que llevó a los primeros humanos a La Luna. El AGC, para hablar en términos con los que estamos familiarizados, tenía la increíble memoria RAM de 2Kb y 36Kb de ROM, a una nada desdeñable frecuencia de 2 Mhz de velocidad. Sí, nuestros "gomas" de 48 "kas" tienen más capacidad de procesamiento y velocidad que el ordenador usado en las naves para llevar al ser humano a La Luna... tela.
 
En esta imagen podeis ver el AGC junto con su interface de usuario

Más ejemplos curiosos. Nuestras queridas naves VOYAGER 1 y 2 estaban dotadas de unos maravillosos ordenadores tanto de toma de datos como de procesamiento de los mismos, incluidos los de control y navegación, que eran punteros en su momento. El más conocido era el Viking CCS con una RAM de 70Kb que dejaba al AGC a la altura del betún. Reid todo lo que queráis, pero después de más de 40 años danzando por el espacio interestelar y aguantando todo tipo de radiaciones y temperaturas extremas los ordenadores de las Voyager siguen funcionando, ejecutando instrucciones y enviando valiosos datos al JPL (Jet Propulsion Laboratory) donde, como dato curioso, siguen manteniendo un sistema de recepción basado en la estructura y lenguaje de las Voyager, puesto que los sistemas actuales no serían compatibles. De hecho actualmente tienen serios problemas para encontrar personal que conozca los entresijos de lenguajes de programación ya obsoletos. El ordenador que sigue hoy día comunicando en tierra con las voyager es un IBM 360/75, cuya capacidad es la de unos asombrosos 256Kb de RAM, y llegando a los 7 Mhz de frecuencia de procesamiento. 

Una de las pocas imágenes que se conservan de las pruebas antivibración a las que fueron sometidos los Viking CCS en el MIT

El siguiente ejemplo es uno de mis favoritos. Como bien es sabido, el telescopio espacial Hubble es uno de los instrumentos científicos en órbita más famosos. Ha sido, y sigue siendo desde su lanzamiento allá por el año 1993, uno de los ojos de la humanidad al espacio profundo, permitiéndonos descubrir maravillosos fenómenos naturales espaciales nunca vistos con anterioridad, y que solamente podían ser teorizados matemáticamente sin ningún tipo de imagen. Bien, nuestro pequeño "gran hermano" orbital lleva a bordo (y sigue funcionando perfectamente) un ordenador DF-224. Una máquina muy de moda en los 80 en diferentes misiones orbitales y que consta de una sencilla memoria de 8 a 48Kb y una velocidad media de 1,25 Mhz. No obstante, el Hubble fué equipado con una pequeña mejora, brutal por aquel entonces: un coprocesador intel 386 a 15 Mhz...todo un "quantum leap" de la época.

Módulo principal de circuitería y procesamiento del DF-224 en todo su esplendor a bordo del Hubble

Para finalizar tenemos el dispositivo principal de control y navegación de las naves Orión de la NASA. Este módulo de navegación forma parte del programa ARTEMISA de la NASA, cuyo principal objetivo es crear una especie de "puente aéreo" que conecte La Tierra con La Luna a fin de poder establecer una base permanente en nuestro amado satélite. Pues bien, el dispositivo en cuestión funciona con un procesador IBM PowerPC 750FX. Este pequeño ingenio formaba parte del corazón principal de los Apple Ibooks G3 que fueron lanzados allá por el año 2003. La nave Orión tiene tres ordenadores: uno principal y los otros dos de backup, capaz de reiniciarse en tan sólo 20 segundos en caso de colapso o fallo, tiempo durante el cual el segundo ordenador o el tercero continuarían con las tareas sin la más mínima interrupción. La NASA, en un ejercicio de "modestia" muy clásico ha indicado que la posibilidad de fallo de los tres a la vez es de una contra 1,83 millones... ¡apuesta segura!

El maravilloso procesador que nos va a devolver a la Luna 55 años después

En definitiva, compis, por mucho que sigamos pensando que el espacio es un dominio para el futuro y la tecnología más avanzada, no olvidemos que precisamente en ese campo es donde más se mira hacia el pasado, y donde todas esas tecnologías que tan fácilmente son desechadas por inútiles y obsoletas por nuestra sociedad, todavía son capaces de realizar las mayores hazañas que la humanidad pueda soñar.

Twinsenspock.

2 comentarios:

  1. Este tipo de posteos hay muy poco por internet. Genial! Sigan así :D

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  2. Una reflexión muy profunda a la par que interesante. Y también coincido con Benja, este tipo dd artículos tan necesarios son casi inexistentes en el basto mundo de Internet y ya era hora que alguien los acercara a las personas de a pie. Enhorabuena. Te mereces un premio casi tan gordo como los satélites descritos en tu maravilloso texto. Genial compañero!!!

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