Hace varios años comencé lo que pretendía que fuera una serie de artículos que reseñasen videojuegos españoles que a mi entender no gozan en la actualidad de la popularidad que merecen. Llamé a esta serie Nunca Lo Pediste Por Reyes, y creo que va siendo hora de retomarla. Por cierto, al final de este artículo he añadido enlaces a los anteriores juegos de los que he hablado en esta serie.
Aunque por entonces dije que me limitaría a títulos de
Opera, Topo y Dinamic, he decidido traer hoy un juego de Zigurat, porque como
diría un buen español, ¡la sección es mía y hago con ella lo que quiero! Bromas aparte, ojeando una vieja Microhobby me sorprendió encontrar la reseña de Autocrash, al que el redactor premiaba con un 71%, y me dije "¡vaya, no recuerdo haberlo jugado!". Así que estuve echando algunas partidas a esa versión de Spectrum que me sirvieron para no estar de acuerdo con el artículo de Microhobby.
El amenazante demonio de la portada se convirtió aquí en una careta de Halloween |
Autocrash se puso a la venta en 1991, ya en los últimos años de los
ordenadores de 8 bits, y desde luego no fue un lanzamiento estrella aquel año:
no gozó de gran publicidad y técnicamente parece un juego salido algunos años
atrás. La acción tiene lugar en un futuro no muy lejano, en el que la humanidad
ha degenerado al fin tras tantos años de exposición a reality shows (esto es
suposición de quien escribe). Los coches de choque han dejado de ser el coto de caza en el que los
macarras de barrio tratan de impresionar a la chica de turno, y se han
convertido en todo un acontecimiento en forma de campeonato mundial. Lo que yo
os decía: ¡demasiada telebasura nos llevará a esto!
Ya durante la carga de la cinta te darás cuenta de que no se trata de un producto cuidado, pues en la ilustración que podéis ver unos párrafos más arriba está mal escrito el nombre del juego. Posteriormente te da la bienvenida una pantalla que hace bueno el refrán de que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. No contentos con eso, a continuación un mensaje de texto supone el tercer tropiezo. Ya verás, al final la piedra se rompe de tanto tropezar.
El juego se desarrolla a través de 13 niveles que varían en el color de fondo y la disposición de algunos coches de choque estáticos que funcionan como obstáculos en la pista. El objetivo es chocar contra el oponente para conseguir lanzarle fuera de su coche. En ese momento tu rival tratará de subir de nuevo al vehículo, y tú has de adornar la pista con sus tripas atropellándole. Quizás este sea el punto más llamativo del juego, tanto por el sprite del personaje aplastado una vez le hayan pasado por encima, como por constituir una suerte de "protocarmageddon" gracias a esta mecánica.
Afortunadamente el suelo no es moqueta |
No hay música en el menú, y tampoco durante el juego, limitándose el sonido a algunos pitidos genéricos que indican cuándo un personaje ha subido a su coche de choque. El scroll es multidireccional, dependiendo de tu movimiento. Lo cierto es que es muy brusco y lento, sobre todo cuando has chocado con algo y quieres acelerar. En ese momento se toma varios segundos a la hora de arrancar, lo cual ralentiza mucho un juego cuya mayor virtud debería ser la velocidad a la que la acción se desarrolla. Además, dado que para expulsar a tu contrincante de su coche has de chocar contra él, ese tiempo extra que tardas en coger velocidad hace muy complicado atropellar a los demás antes de que se refugien en su vehículo. Estos defectos eran imperdonables en un juego comercial de Spectrum de 1991, cuando nuestro querido gomas estaba más que exprimido técnicamente.
Desgraciadamente Autocrash no es un juego a destacar en el catálogo de una compañía que cuenta en su fondo de armario con obras como El Misterio Del Nilo. Autocrash da la impresión de haber sido lanzado sin pulir. Es una pena, porque con un scroll más suave, un desarrollo más rápido, y sobre todo un modo a dos jugadores, hubiera sido una fantástica opción para piques entre amigos. Aún así puedes echar una partida, pues en honor a la verdad reconozco que una vez acostumbrado al scroll he disfrutado unos minutos con él.
¡Socorro! ¡Ese tipo quiere atropellarme! |
Y si consigues llegar al final tendrás la clásica pantalla con su frase de
felicitación con exabrupto incluido y, ¿por qué no decirlo?, también otra falta
de ortografía más.
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