jueves, 31 de diciembre de 2020

La magia de los cassettes

Aún recuerdo la de minutos largos que esperaba delante de mi televisor (aquel de culo grande y largo) a que cargaran las cintas de aquel ordenador ahora lejano llamado Spectrum. Corrían los 80, aquella época dorada para muchos y olvidada o no vivida para otros. Era algo casi mágico que una cinta después de cargar unos minutos (que a veces parecían horas) pudiera ofrecer aquellos maravillosos gráficos pixelados como puños y con tan poco colorido (que en aquel entonces eran una autentica maravilla) y una diversión tan grande.


Aún recuerdo aquellas tardes de vicio al Robocop, Target Renegade, Cabal, Abu Simbel Profanation, Game Over... Eran auténticos juegazos en apenas unos pocos Ks. Por aquel entonces valorábamos la diversión por encima de gráficos. Y aún a día de hoy me pregunto a veces: ¿Cómo es posible que juegos actuales que ocupan gigas y gigas, algunos ya incluso Teras puedan llegar a ser tan insulsos o inacabados? ¿Acaso se ha perdido el espíritu "videojueguil"? Si aún no habéis probado alguna de esas joyas de los microordenadores de antaño os animo a que lo hagáis, ya que de buen seguro no os arrepentiréis... Es increíble cómo aún a día de hoy hay juegos que se pueden disfrutar como hace tanto tiempo... o más, que ya es decir. Espero que este texto os abra el apetito y os animo muy fervientemente a que echéis un tiempo a juegos de Spectrum, Amstrad, MSX, Commodore Amiga.... De buen seguro que alguno os acabara enganchando, y quién sabe.... Quizás tengamos un futuro programador retro en ciernes.... ;)

Os deseo un muy feliz año 2021, y que este año que llega en nada nos traiga sobre todo mucha salud, amor, felicidad y cómo no.... ¡Videojuegos!

Alejandro G.

jueves, 3 de diciembre de 2020

La Retromanía


Sí, la retromanía. Todos sabemos qué es. Nos encantan los videojuegos “antiguos”. ¿Pero qué sucede detrás de todo este fenómeno que no deja de crecer? Y sobre todo, ¿por qué sucede esto?

Que la nostalgia puede mover a las masas es evidente. Además es un fenómeno para todas las edades. En nuestro “mundillo” en particular nos encontramos gente que a día de hoy considera a la Playstation 2 una máquina retro tanto como lo puede ser una Atari 2600 o un 386. El caso es que el fenómeno existe y no puede ser ignorado.

A nivel económico ha creado un mercado que factura millones y que ayuda a mantener una boyante industria dentro del mundo del videojuego actual, pero eso es harina de otro costal y no es el objetivo de este artículo.

La mayoría de las personas aficionadas a lo retro en sentido amplio, y en nuestro caso a los retrojuegos, solemos tener un punto en común: nos gusta disfrutar de un software y un hardware que a dia de hoy son obsoletos pero que nos hacen sentir una magia y unas sensaciones que no encontramos en los productos de entretenimiento actuales. Las grandes corporaciones del entretenimiento lo saben, y han creado durante los últimos años toda una serie de productos pop para satisfacer la "necesidad" que tenemos de llenar nuestro espacio de “eso” que nos gusta tanto, como por ejemplo series tipo Stranger Things, películas como It y videojuegos contemporáneos de aspecto retro.

Este fenómeno se viene dando en todas las generaciones. Hay un factor psicológico común en todas las personas cuando se hacen adultas: adquieren responsabilidades y tienen cada vez menos tiempo para dedicarse a las cosas que les gustan, a la nostalgia. En nuestro caso en particular, nos encontramos una generación que se encuentra entre los 40 y 60 años actualmente, aunque esto se puede extender a cualquier edad. Esta generación ha visto el nacimiento de la informática de masas, pasando de los “mainframes” a los “micros” en un periodo muy corto de tiempo. Una generación que ha vivido los despertares del consumo sin la saturación y disponibilidad de productos del presente; La evolución de los videojuegos desde el pixel más sencillo a los gráficos más inmersivos y realistas que nos podamos imaginar. 

 

Pero repito la pregunta: ¿Qué hace que sintamos tanta atracción hacia productos que podríamos tachar de simples, primitivos o toscos? ¿Qué nos pasa por la cabeza cuando jugamos con tantos emuladores o apretamos los botones de nuestro “gomas” y esperamos con una devoción reverencial tiempos de carga de cintas que hoy día nos parecerían absurdos en sistemas actuales? Esto es lo que realmente quiero responder, partiendo desde una premisa que no deja de ser mi opinión, pura y dura.

Se han escrito ríos de tinta a nivel psicológico sobre el fenómeno de la nostalgia, y cómo tendemos a rememorar tiempos pasados con un envoltorio edulcorado que nos ayuda a sentirnos mejor en el momento presente. La realidad es que cualquier tiempo pasado no fue mejor y que ese edulcorar todo lo que nos hizo felices en algún momento no es más que una reconstrucción mental que pretende devolvernos a la actualidad unas sensaciones que damos por perdidas. Esto en pequeñas dosis no supone el más mínimo problema, pero en exceso puede desviarnos de la realidad y crear en nuestra cabeza un mundo desconectado del presente y de un futuro lleno de posibilidades y de ilusión.

Sin ir más lejos eso es lo que principalmente hacíamos cuando éramos niños: mirar al futuro, pensar en cómo serían los ordenadores y los gráficos más avanzados del año “2000” y maravillarnos con cada uno de los nuevos productos que salían al mercado. Entrábamos en las guerras de sistemas, que si Nintendo, que si Sega, que si Gameboy o Gamegear, etc. Curiosamente es lo mismo que hacen hoy las nuevas generaciones. Tienen sus mentes enfocadas hacia el futuro, y libran sus propias “guerras”: Nintendo Switch, o Xbox, o Play etc. Seguramente ellos y ellas repetirán nuestros patrones cuando alcancen los 40 o 50 y recordarán como sistemas retro una Playstation 4 Pro o una Nintendo WiiU, aunque con una intensidad y emoción diferentes.

Las generaciones actuales se diferencian de la nuestra en que ellos viven en un mundo plenamente integrado en la sociedad del consumo exacerbado. Dentro de un continuo martilleo de estímulos donde la inmediatez, la saturación y el ruido incesantes nunca llenan un estómago eternamente ávido de nuevos productos para consumir. Basta con comparar el acceso que tiene hoy un adolescente medio a la industria del entretenimiento, con habitaciones repletas de videojuegos y videoconsolas, de música y cine sin fin. En mi caso recuerdo que allá por el año 1993 yo era el orgulloso dueño de tan solo 3 videojuegos originales y de unos 6 o 7 “piratillas” que me había pasado un vecino cual jefe del hampa en el mercado negro de posguerra. El cine se reducía a una o dos películas de VHS del videoclub que cogíamos el viernes  tras pasear por los pasillos mirando las carátulas sabiendo que el estreno de turno tenía todas las copias alquiladas.

 

Y aquí es donde hemos llegado al meollo de la cuestión, amigos y amigas. Nuestra generación dejó de mirar a un futuro que se nos escapó de las manos como el agua entre los dedos, y como bien decía el componente un conocido grupo de música de los años 70 “Thefuturecaughtus up and wedidnotevennoticeit” algo así como que el futuro nos pilló sin darnos cuenta.

Esto no nos hace especiales, ni mucho menos nos hace diferentes, ni nos crea un halo de exclusividad. Pero es algo que forma parte de nuestro “locus” más interno y profundo. Esos juegos nos hacen rememorar una época donde no teníamos responsabilidades, donde cada momento nos maravillaba y nos podíamos quedar embelesados ante el más mínimo avance tecnológico, por muy simple que este fuese. Juegos que nos permitían dejar volar la imaginación, donde un píxel cuadrado monocromo era para nuestra mente un guerrero con su espada presta a derrotar al dragón más malvado. Soñábamos con ser los flamantes dueños de un Pc o una Neogeo, y en el proceso nos conformábamos con diez minutos en el Amstrad CPC-464 del vecino, mientras mirábamos con ojos maravillados nuestros primeros relojes digitales y sus “bip bip” del cronómetro y la alarma, o los más afortunados toqueteando los botones de su game and watch de Donkey Kong que había caído como regalo de comunión.

Sí, compis. Convertirnos en adultos, alcanzar la independencia económica y andar “cortos” de tiempo hace que nuestros esquemas mentales busquen continuamente unos tiempos donde todo giraba alrededor de nosotros, donde la curiosidad y la imaginación formaban parte del día a día, lejos de hipotecas, bancos, atascos y broncas con el jefe o jefa de turno, donde las tardes después del cole se llenaban de pan con chocolate y colacao, media horita de bola de dragón y esas habitaciones parcas en juguetes y videojuegos pero repletas de ilusión e imaginación. Rayos…ya me he vuelto a dejar llevar…no tengo remedio.

 

martes, 1 de diciembre de 2020

Noviembre 2020: Resumen Mensual

 

¡Bienvenido al resumen mensual de Yo Tenía Un Juego! Sin más preámbulos, empezamos con la recopilación de todo lo publicado durante Noviembre de 2020 en nuestros diferentes canales, cuyos enlaces directos os dejamos tanto al final de la entrada como a lo largo texto. 

Tras un mes de octubre muy centrado en el terror y misterio, nuestro noviembre ha tenido un poco de todo. Para empezar, hemos visto como los ejemplares físicos que reservasteis del número 12 han ido llegando poco a poco a vuestras casas, tal y como muchos de vosotros nos habéis hecho ver con las fotografías que habéis compartido en redes sociales. ¡Nos encanta que podáis disfrutar la revista en papel!

En lo que se refiere a YouTube, el canal ha estado echando humo. Carlosblansa nos enseñó como terminar una joya de Relevo: Invasion Of The Zombie Monsters, por supuesto con una de sus presentaciones marca de la casa. Días más tarde regaló a uno de nuestros lectores un UnoCart 260 para la Atari 2600, cortesía de jgilcas. Por último, nos llevó de la mano a través de un clásico entre los clásicos: Bomb Jack, en su versión de Spectrum.

En el mundo de los juegos de mesa Helena y Jaime no han perdido el tiempo durante el mes de noviembre: estuvimos con ellos en el planeta Artemia tratando de fortificar la ciudad de Santuario antes de que un depredador extraterrestre nos diera caza en la nueva expansión de Not Alone: Sanctuary. Ayudaron a unos simpáticos Roedores a ser los más rápidos acaparando semillas, y entraron en el Museo del Todo para enseñarnos el contenido de 5 Minute Mystery, así como el tutorial de este juego de deducción. Para rematar el mes nos invitaron a la escuela de magia Hogwarts, o más bien al bosque prohibido situado al este de la escuela, donde las criaturas de La Monstruosa Caja De Los Monstruos expanden las posibilidades de juego de Harry Potter Hogwarts Battle. ¡Ah! Y el mes pasado olvidamos incluir en el resumen la nueva sección de Pequetutoriales, que se estrenó con Primer Frutal.

Además Sergio nos obsequió con las maravillas del croma en un nuevo programa restaurado de El Rescate Del Talismán, concretamente el programa nº 4 emitido originalmente en TVE el 19 de junio de 1991.

Tampoco nos quedamos sin podcast en noviembre: "¿Esto Tira En Mi Máquina?" es el primer programa de una serie en la que nos proponemos hablar de aquellos videojuegos que por un motivo u otro nos dejaron boquiabiertos sin podernos explicar cómo podían funcionar en nuestro modesto ordenador o consola. ¡Que lo disfrutéis!

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